martes, 18 de junio de 2013

¿"Lo natural" ?

No suelo ser de esas personas que recurren a "lo natural" para defender ciertos aspectos, ni de las que consideren que "lo natural" es siempre lo mejor, sin embargo, en esta entrada sí que voy a apelar a ello.

 
Resulta curioso observar cómo la cultura, la sociedad y sobre todo la moda nos llevan a pensar que ciertas tendencias son "naturales" o mejores que otras. Actualmente, vivimos en un mundo de verdadero culto al cuerpo (a un tipo determinado de cuerpo, ¡claro!: un cuerpo musculado, sin grasa, bronceado, depilado...) y se piensa que es lo mejor, y en muchas ocasiones..."lo natural".


¡Pues nada más lejos de la realidad! De natural...tiene pinta que poco...





Veamos ciertos conceptos de naturaleza: Los seres humanos pertenecemos al grupo de los mamíferos, y como tales, nos caracterizamos por tener la sangre caliente, desarrollarnos dentro del cuerpo materno, alimentarnos los primeros meses de vida de leche materna (las madres amamantan) y tener el cuerpo cubierto de pelo.
 



Tanto los hombres como las mujeres somos mamíferos y, por tanto, tenemos estas características.


 
 
¿Por qué hago hincapié en ello? Pues porque en ocasiones, tendemos a valorar ciertas características como buenas y por tanto "naturales" (por ejemplo, nunca he visto a un hombre al que le parezca mal que a las mujeres se les desarrollen los pechos y den de mamar a sus hijos) y, sin embargo, otras, que a través de las modas nos han inculcado como negativas, y que son igual de "naturales" (por ejemplo, que el cuerpo de una mujer esté cubierto de pelo, aspecto que no parece tan erótico-festivo a ojos de determinadas personas, pero que sí ha tenido una función, evolutivamente hablando).


No pretendo hacer un juicio de valor sobre si es mejor depilarse o no hacerlo, ni mucho menos (tanto en hombres como en mujeres, porque lo del "hombre peludo..." tampoco está ya de moda). Lo que me parece un poco cínico es decir que lo que consideramos como positivo siempre es "lo natural", y cuando vamos contra esta naturaleza, lo camuflemos y sigamos diciendo que también es "natural" (en este caso, decir que es natural que las mujeres no tengan bello).

 
Otro aspecto curioso es el tema de la menstruación, asociada tradicionalmente con "mala suerte", "suciedad", "enfermedad"...y de nuevo, nada más lejos de la realidad. No tenemos más que comprobar cómo la retirada de la regla en la mujer (excepto en el climaterio, o por métodos artificiales) es un síntoma de que algo no va bien.

Resulta interesante observar las reacciones de la gente, sobre todo entre los más jóvenes, ante estos fenómenos. Por ejemplo, he tenido la ocasión de ver a adolescentes que, ante la imagen de unos genitales cubiertos de pelo dicen:  ¡"qué asco"! Cuando en los años 80 era éste el aspecto habitual de los mismos (no hay nada más que observar películas eróticas de la época y las actuales).

A mí me parece fenomenal que las modas cambien pero ¿han de influirnos tanto como para pensar que siempre ha sido así como lo vemos ahora y que "es lo natural" aún cuando sabemos que de natural no tienen nada y nos obligan a modificar nuestro cuerpo constantemente?


 

miércoles, 17 de abril de 2013

¿Discutir o no discutir en pareja?...¡Ésa es la cuestión!



Algunas personas escuchan la palabra "discusión" en la pareja y huyen despavoridas, intentan evitarla a toda costa, piensan que significa el fin. Sin embargo, otras parece que están constantemente buscando esos enfrentamientos. Quizás, es porque se tiene una percepción distinta sobre lo que es una discusión.


Si entendemos que el objetivo de un conflicto es hacerle saber a la otra persona las emociones y sentimientos que me ha generado una circunstancia concreta, no hay nada de malo en "discutir". De hecho, una discusión siempre debería tener esa finalidad. Sin embargo, si se utiliza para "ganar" sobre otra persona o se repite sistemáticamente sobre un mismo tema, ya sí que hay connotaciones negativas.


En ocasiones, hemos de señalar que lo que para uno puede ser un enfado, para el otro miembro de la pareja simplemente significa una forma de expresar emociones diferente.


Como sabemos, además, en el ámbito de los sexos, hombres y mujeres no nos manejamos igual en el plano comunicativo y emocional y, por ejemplo, mientras que para ellas la comunicación es balsámica y hablar de los problemas es importante, para ellos, hablar de un problema para el que no tenemos una solución concreta e inmediata es treméndamente ansiógeno. De ahí, que sean ellos, generalmente, quienes más eviten los conflictos en pareja.


¿Por qué se piensa que "discutir" es negativo? Hoy en día, tenemos una especie de visión idílica de las relaciones, tanto de las relaciones de pareja como de las relaciones humanas. Creemos que deben ser de un modo determinado: cordiales, siempre positivas y que todo tiene que "andar sobre ruedas".
Sin embargo, la vida cotidiana está llena de conflictos y encontronazos y hemos de aprender, no tanto a no discutir, sino a ser capaces de resolver estas diferencias. Está claro que el conflicto (bien entendido) hace crecer a una pareja.




Lo que marca la calidad de una pareja no es la cantidad de discusiones que tenga, sino la capacidad que ambos miembros de la pareja tengan para resolverlas. Por ejemplo, hay parejas que nunca discuten, hasta que un día lo hacen y rompen la relación. O, por el contrario, parejas que llevan muchísimos años juntas y se han peleado prácticamente todos los días de su vida.
Por lo tanto, no es que discutir sea positivo ni negativo, sino que tenemos que aprender a manejarlo.


¿Dónde estaría el límite de todas estas "peleas"?:  Está claro que, en ocasiones, se puede subir el tono, se puede ser más o menos expresivo al hablar de emociones o sentimientos, pero sin duda, el límite son las faltas de respeto o que ciertas expresiones puedan ser vividas como tal por la otra persona.

Por eso, debemos trabajar el autocontrol, pero dando siempre permiso a que la ira exista. Es decir, a veces damos consejos a las parejas sobre lo que tienen o no tienen que hacer pero no les ayudamos a canalizar lo que es la insatisfacción de la vida cotidiana y esto es tan importante o más que lo anterior.


¿Cuáles son las causas más frecuentes de discusiones en la pareja?: transiciones y cambios en los momentos vitales, en las circunstancias de la pareja (por ejemplo, cuando se pasa del noviazgo a la convivencia permanente), las familias de origen y los límites, los celos...



Como curiosidad, Aaron Ben Ze'ev en su artículo "Jealousy and Romantic Love" publicado en "The Handbook of Jealosy" afirma que el período posterior a una discusión causada por los celos suele estar marcado por el aumento de la pasión. (¡Claro, claro, por eso hay parejas que "se enganchan" a las discusiones...!)












martes, 2 de abril de 2013

La sexualidad tras la llegada del primer hijo/a

A lo largo de la vida de las personas existen muchas decisiones que tomar, decisiones importantes que pueden cambiar el desarrollo de los acontecimientos vitales. Una de estas decisiones es tener o no descendencia. Como todos sabemos, tan respetable y valiosa es una opción como otra.
 
Es cierto que existen múltiples posibilidades si la decisión es sí tenerla: tener hijos en pareja o una persona sola, adoptar, embarazarse de manera natural o por inseminación artificial...
 
Pero lo que sí hemos de tener claro es que va a cambiar nuestra vida, y sobre todo, nuestra vida en pareja (si es ésta nuestra situación). Y, por tanto, hemos de tenerlo en cuenta a la hora de tomar una decisión.
 
En ocasiones, el tema de la sexualidad tras el parto ha sido un gran tabú. En efecto, se da por hecho que, especialmente la mujer (aunque también el hombre), ya no es mujer "deseante" y "deseada", sino "madre". Y que además ha de ser una madre ejemplar, modelo. ¿Qué pasa cuando no se cumplen las expectativas sociales?
 
¿Cuáles son los cambios que se producen tras la llegada del hijo/a? Fundamentalmente, podemos señalar cambios de dos tipos:
 
  • Unos más físicos: Que se van a dar siempre y cuando se hayan tenido hijos biológicos y, por tanto, haya habido embarazo y parto por parte de la mujer. Se dan, por tanto, en ella, aunque repercuten en ambos miembros de la pareja: cambios corporales durante el embarazo (que pueden repercutir en la imagen corporal de ella y en el deseo de ambos), cambios hormonales (por ejemplo, durante el período de lactancia, la mujer genera prolactina y ésta se sabe que puede estar relacionada con el descenso de deseo erótico), recuperación tras el parto (si el parto ha sido vía vaginal y, especialmente si ha habido episiotomía, se va a necesitar un tiempo de recuperación posterior durante el cual no es posible practicar el coito, aunque sí otras prácticas eróticas).
    • Y otros de corte más relacional: Éstos sí que afectan también al otro miembro de la pareja y se dan de igual modo en personas que adoptan. En primer lugar, se cambia el enfoque, la atención ya no se centra tanto en la pareja y en la relación de pareja como amantes, sino en el bebé. El cansancio propio de esta etapa, sobre todo durante los primeros meses, derivado de la atención constante que necesita el bebé, obliga a buscar momentos de descanso más que de ocio o de vida en pareja. Nuestras prioridades son otras. Se han de reorganizar también tiempos y espacios (tanto solos como en pareja). Se ha de gestionar la nueva convivencia y también los accesos a la erótica. Todas estas tareas no son fáciles y requieren de esfuerzo, sacrificio y adaptación por parte de ambos miembros. Si se superan y se abordan positivamente, pueden crear sinergias y fortalecer el vínculo afectivo entre los componentes de la pareja, pero hay personas que no se adaptan a esta nueva situación, de ahí que la tasa de separaciones tras el primer año de llegada del primer hijo, se dispare.
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    ¿Cómo van a afectar estos cambios en nuestra erótica? Lo más característico es oír hablar de una etapa de disminución del deseo, sobre todo en las mujeres, aunque cada vez más, también en los hombres. Como nuestras prioridades son otras, estamos "hipotecando" de alguna manera nuestro deseo, pero hay que dejar unos tiempos, pues el objetivo es que, tras este primer período de adaptación, se vuelva un poco a la situación anterior a la llegada del bebé. Tenemos que permitirnos no tener deseo u obligaciones en el ámbito de la relación.
     
     
    Es necesario concretar también a qué nos referimos con disminución del deseo, pues seguramente habrá prácticas que no apetecerán nada (sobre todo el coito, cuando la mujer tenga que recuperarse tras el parto). Pero, afortunadamente, la erótica es mucho más que coito y genitalidad, y esta nueva situación puede ayudarnos a reinventar nuestra erótica. Tenemos que seguir besándonos, acariciándonos, tocándonos, es decir, desarrollando todo un abanico de prácticas que permiten cercanía, vinculación y placer.
     
     
     
    En definitiva, lo importante no es tener o no relaciones eróticas, no es recuperarlas lo antes posible, ni la cantidad de las mismas, sino adaptarnos a la nueva situación de tal modo que estemos satisfechos, que fortalezcamos los vínculos afectivos, nos enriquezcamos y podamos expresar nuestra erótica de manera satisfactoria acorde al momento evolutivo que estamos viviendo.
     
     
     
     
     
     
     

    martes, 26 de marzo de 2013

    ¿Nos comunicamos igual hombres y mujeres?

    Cuando conocemos a una persona extranjera, de algún lugar lejano o de una cultura totalmente diferente a la nuestra, todos damos por hecho que la comunicación puede ser complicada, ya no sólo por el idioma, sino por las connotaciones culturales de los mensajes, por la comunicación no verbal...etc. y no nos frustramos por ello, somos bastante comprensivos.

    Sin embargo, cuando hablamos con una persona del otro sexo, que ha nacido muy cerca de nosotros, se ha criado en un ambiente similar, con la misma cultura, tenemos gustos similares...nos resulta cuanto menos difícil ser tan comprensivos, y más aún, si se trata de nuestra pareja, porque...¿cómo no va a entender mi pareja lo que le estoy diciendo?
     
    Pues quizás deberíamos ser tan comprensivos como en el primer caso.
     
    Al hablar de comunicación en sexualidad, estamos hablando de un carácter sexual terciario, es decir, un aspecto en el que nos diferenciamos hombres y mujeres por el hecho de pertenecer a uno u otro sexo pero que no es biológico, sino psico-social. Estamos hablando en todo momento de generalidades, el riesgo que corremos es que siempre nos vamos a dejar a gente fuera, es decir, siempre habrá mujeres que se comuniquen de un modo más similar a los hombres y hombres que lo hagan de un modo más similar al estilo comunicativo femenino. Pero merece la pena poner de manifiesto las diferencias generales, porque nos pueden ayudar mucho a conocernos mejor.
     
    ¿Por qué, en ocasiones, es tan difícil el diálogo hombre-mujer?
    En primer lugar, cuando hablamos, en una conversación, está presente no sólo el significado literal de lo que decimos (mensaje), sino también un "mensaje entre líneas" (forma de decir las palabras, contexto social, la relación entre los que hablan, la historia que han tenido previamente, forma de expresarse, lenguaje facial, corporal, actitud, silencios...). Las personas respondemos no sólo a las palabras literales (mensaje) sino también al significado implícito que puede haber en lo que expresamos (metamensaje).
    Tan importante es qué se dice como el cómo se dice, y la comunicación no verbal aquí tiene un papel fundamental: Todo empieza desde que somos pequeños, se nos abraza de un modo diferente, se nos habla de un modo diferente, se esperan de nosotros cosas distintas...Por eso, mujeres y hombres interpretamos, por tanto, los metamensajes de un modo diferente y no somos igualmente sensibles a ellos.

    También nos diferenciamos a la hora de dialogar sobre los problemas: mientras que las mujeres hablan sobre los problemas, expresan sus preocupaciones para desahogarse, es decir, es un hablar por hablar; los hombres, en cambio, creen que cuando se les cuenta algo se les demanda una solución, por lo que tienden siempre a dar soluciones "no escuchando" tanto lo que se les dice como desahogo.

    La negociación entre los sexos también es diferente, la de la mujer es más indirecta y no pide tanto, la de él es más directa y piensa que si ella quiere algo, ya lo pedirá, ya insistirá.

    Estas diferencias en el estilo de comunicación pueden producir malentendidos. En ocasiones, para solucionarlos se utiliza el lenguaje, lo que agrava aún más el problema, produciéndose una espiral de malentendidos.

    Conocer estas diferencias nos puede ayudar, sobre todo, a darnos cuenta de que existen y, por tanto, a tener unas expectativas más adecuadas a la realidad, así como a comprender un poquito más a las personas que nos rodean y comunicarnos mejor.

    Pero no debemos olvidar que la comunicación es un aspecto psico-social y que, por tanto, nos han transmitido culturalmente. Como señalaba anteriormente, no se espera lo mismo de un chico que de una chica, no se les acaricia del mismo modo desde pequeños, no se les exige lo mismo...etc. Y esto provoca que no nos comuniquemos del mismo modo. Ahora bien, no es que exista un modo adecuado de comunicación y otro inadecuado. En ocasiones, se tiende a dar una connotación negativa al modo femenino de comunicación: ¿cuántas veces hemos escuchado que a las chicas no hay quien les entienda, o que ellas dicen una cosa cuando en realidad quieren decir otra?

    Estos comentarios están muy extendidos y, si bien es cierto que "hablamos idiomas diferentes", no es que el modelo masculino sea mejor que el femenino ni al contrario. Lejos de intentar imponer o valorar como mejor a uno sobre el otro, hemos de poner en valor las propias diferencias sexuales. Como sabemos, la diferencia es riqueza y, aunque estas discrepancias comunicativas nos lleven a malentendidos en muchas ocasiones, ¿no sería un poquito aburrido hablar siempre "el mismo idioma"?
     
     
     

     

    martes, 5 de marzo de 2013

    Hoy hablamos de...orgasmos!!

    
    Hoy en día quien no tiene un teléfono móvil de última generación, es decir, un smartphone, con multitud de aplicaciones, conexión a internet y un largo etcétera parece que es un "bicho raro", ya que ¿por qué no beneficiarse de todos estos adelantos tecnológicos?
    Pues algo parecido está empezando a ocurrir con los orgasmos.
     
    En la actualidad, cuando una persona se acuesta con otra ha de conseguir orgasmos, y cuantos más mejor. Se está convirtiendo en una especie de obligación (tanto tenerlo, como, en el caso sobre todo de los hombres, proporcionarlo).
     
    ¿Qué es un orgasmo? Podemos definirlo como la culminación de la excitación sexual que se evidencia por descargas musculares rítmicas en los órganos genitales, aunque también comprometen el resto del cuerpo. Estas contracciones son muy placenteras para ambos sexos y producen una agradable sensación de relajación.
     
    En numerosas ocasiones, se define el orgasmo como el momento de mayor placer en una relación sexual, como una explosión, la culminación. Vamos, como los fuegos artificiales. Claro, con estas definiciones...¡todo el mundo quiere tener uno, o dos, o tres...! (como en el caso del móvil: ¿por qué no beneficiarse de algo positivo?)
     
    Sin embargo, hemos de señalar que también en los orgasmos existen diferencias entre hombres y mujeres. Mientras que en los hombres parece que es más explícito y está más claro si tienen un orgasmo o no, porque generalmente va acompañado de eyaculación, en las mujeres no. (De ahí, que, en ocasiones, se piense que la mujer es capaz de fingir un orgasmo, ¿y qué sentido tiene?).


    El tema del orgasmo femenino ha sido, cuanto menos, controvertido a lo largo de la historia. No vamos a hacer un largo recorrido sobre todo lo que se ha dicho de él, solamente citaré a Sigmund Freud, quien distinguió en la mujer entre orgasmos clitorianos y vaginales. Sin ánimo de desmerecer las aportaciones de Freud, que fueron importantes en su momento, sólo señalo esta diferenciación porque nos ha metido en un pequeño lío que, a día de hoy, sigue vigente.
     
    Neurológicamente hablando, orgasmo sólo hay uno y éste se da en el cerebro. Tanto en los hombres como en las mujeres. Si bien es verdad, que puede haber diversas formas de estimulación que lo provoquen. También es cierto que la sensación física puede ser diferente de una zona de estimulación a otra (al igual que sentimos diferente físicamente cuando nos rascamos el brazo y cuando nos rascamos la cabeza). Pero nada más. Es decir, hoy sabemos que no existen dos tipos de orgasmos femeninos, sin embargo, esta idea sigue muy enraizada en la sociedad. Además con cierta connotación de que es el orgasmo vaginal "el bueno", "el mejor" y el clitoriano es "el inmaduro", aquel que consigues cuando no tienes otro o cuando no tienes pareja...(de tal manera que, si tienes pareja, tienes que conseguir el otro).
     


    ¿Por qué se piensa que es mejor el vaginal? Claro, es el que debería conseguirse mediante la penetración, mediante el coito. Pero, ¿acaso es ésta la única conducta erótica posible? o ¿acaso es la mejor?
     
    Paradójicamete, más de la mitad de las mujeres no consiguen tener un orgasmo sin estimulación directa del clítoris, es decir, sólo mediante la penetración vaginal. (¡Cuidado! No estamos hablando de anorgasmia, es decir, de incapacidad para conseguir un orgasmo, sino de que no consiguen un orgasmo mediante estimulación sólo vaginal, que no es lo mismo) ¿Podemos concluir, por tanto, que más de la mitad de las mujeres tiene orgasmos inmaduros, o de segunda categoría? , peor aún, ¿podemos concluir que están insatisfechas sexualmente hablando? o ¿podemos pensar, en caso de relaciones heterosexuales, que son los hombres con los que tienen coitos poco hábiles y no consiguen proporcionarles "el mejor placer"?
     
    Esta última cuestión es, cuanto menos, preocupante, porque, mientras que la mujer tiene "la carga" de no poder conseguir el orgasmo, al hombre se "le culpa" por no ser capaz de proporcionárselo a su pareja (generalmente, se culpa él mismo). ¡Porque vivimos en el 2013 y las mujeres ahora quieren tener orgasmos! ¡y los hombres están muy preocupados por proporcionar placer y satisfacer a sus parejas!
     
     Nos hemos obsesionado con los orgasmos *, y no se mide la satisfacción sexual de una persona por la cantidad de orgasmos que consigue o que proporciona al otro/a. Un encuentro erótico empieza mucho antes, con una conversación, con un primer contacto piel con piel, con un beso, una caricia, una sonrisa...Y dejar de dar importancia a esto para dársela sólo a un orgasmo, ¿merece la pena?*
     
    Además, ¿es el orgasmo el final de la conducta erótica, como se ha creído? Pues tampoco tiene por qué ser así necesariamente. (Al menos, no en el caso de la mujer que, como sabemos, no tiene período refractario, o no del mismo modo que el hombre). Otro mito que nos persigue y que no facilita nada nuestras relaciones eróticas es la idea de que: los dos miembros de la pareja han de llegar al orgasmo los dos a la vez y mediante el coito. (De hecho, ya venden unos preservativos que lo consiguen, guau!!)

     
     

    Cuando en el ámbito de las relaciones eróticas, que emergen por deseo, aparecen obligaciones, el deseo desaparece. Si el objetivo de las relaciones eróticas es conocernos, divertirnos, expresarnos con la otra persona, ¿dónde entran aquí las obligaciones?, ¿por qué hemos de estar preocupados por "llegar al orgasmo" o porque la otra persona "llegue"? ¿por qué se ha de buscar el orgasmo con sólo una estimulación y no con otras? El deseo tiene que ver con lo prohibido, surge en la relajación, no entiende de "obligaciones".


    ¿Qué hay de ese placer inmenso que se siente cuando se disfruta del "paseo" y no sólo del resultado final?, ¿o del que se siente cuando algo bueno e inesperado ocurre sin buscarlo, sin obligación?, volviendo a lo del móvil ¿qué hay de aquellos maravillosos momentos en que estabas ilocalizable para el resto del mundo y no tenías que dar ningún tipo de explicación por ello?



     

    *Se ha de tener cuidado con este párrafo. Pues no estoy hablando de anorgasmia femenina ni masculina, es decir, de personas que nunca hayan conseguido un orgasmo por las razones que sean. Estoy hablando de que una cosa es una dificultad concreta, que puede existir, y otra es que pensemos que el 70% de las mujeres son anorgásmicas porque no consiguen el mismo por estimulación exclusivamente vaginal.
     


    miércoles, 13 de febrero de 2013

    ¿Os apetece un San Valentín "diferente"...?


    Un año más…llegó San Valentín, el “día de los enamorados”.

    Supongo que muchos de vosotros os preguntaréis, ¿y qué tiene este día de especial? Y, ¿qué pasa si no estoy enamorado/a?

    Es cierto que se critica mucho el consumismo que se genera con él, como con otras muchas celebraciones conocidas, y, desde luego, esta crítica está justificada.

    Sin embargo, sí que tiene sentido y es muy positivo el hecho de que podamos hacerle explícito a alguien lo especial que es para nosotros. Ahora bien, no sólo ese día, sino todos los demás.

    Está claro que uno de los aspectos que se deterioran más con el paso del tiempo en las parejas es precisamente éste: el mimar a la otra persona, el decirle que es especial, tener un detalle con él/ella. Es muy frecuente que en terapia se tengan que trabajar estas “tareas”.

    Por eso, hemos de valorar que en San Valentín se ponga de manifiesto que hay que hacer esto, pero, desde luego, no es suficiente con sólo un día. Yo más bien lo recomendaría hacer, al menos, un día a la semana.

    Mucha gente puede pensar: “Yo no tengo tiempo para hacerlo tan a menudo” o “¡menudo coste económico con la que está cayendo!”

    Un detalle no tiene por qué ser material, ni tiene por qué requerir de mucho tiempo. De hecho, una mirada de unos treinta segundos de complicidad al día con la pareja es casi suficiente para mantener intimidad. Un detalle puede ser un paseo, dedicarle cinco minutos para charlar a esa persona tan especial, un baño, un masaje, una nota, una caricia, una carta, una llamada telefónica, preparar un plato especial…

    ¿Por qué nos cuesta tanto hacer “un regalo”? Nos cuesta esfuerzo incluso pensar en ello, y quizás sea porque no estamos acostumbrados a esos pequeños gestos. Para empezar, ni con nosotros mismos.

    El amor a uno mismo está mal considerado en nuestra cultura. Se identifica con el egoísmo. Y nada más lejos de la realidad. Amarse a sí mismo es una manera de aprender a amar. Poco se puede enseñar del respeto a los demás si a tí mismo no te respetas.

    Pero, ¡cuidado! aprender a amarse es aprender a escucharse y respetarse, aceptando nuestros límites. Es decir, saber que no somos perfectos y permitirnos no serlo.

    Desde este punto de vista es importante la forma en que nos cuidamos, pues está muy relacionada con la autopercepción y con los estados de ánimo. Cuidarse es tenerse en cuenta, escuchar las propias necesidades, reconocer que existimos y ocupamos un lugar en el mundo y que tenemos derecho a sentirnos bien, a procurar por nuestro bienestar en todos los ámbitos de nuestra existencia.

    Esto que teóricamente parece elemental, no está incorporado en nuestra cultura ni, en concreto, en el mundo de las mujeres, por los mensajes sociales recibidos.

    Por eso hoy, en el día de San Valentín, os voy a proponer una idea que TODOS/AS vais a poder llevar a cabo (no importa la edad, sexo, tener o no pareja, condición económica…),

    ¿y qué pasa si no estoy enamorado/a?: también la vas a poder poner en práctica.

    La tarea es la siguiente: que cada uno se haga un regalo a sí mismo, un pequeño detalle, simplemente darnos un capricho (hacer una actividad que nos reconforta, conversar con un viejo amigo/a, darnos un masaje, escuchar nuestra canción preferida, o decirnos unas palabras bonitas sobre nuestras capacidades).

    Empecemos a querernos nosotros mismos para poder querer a los demás y compartir después con ellos. Así estaremos en mejor disposición para celebrar con ellos éste y otros muchos días.

     

     


    sábado, 9 de febrero de 2013

    ¿SOMOS ROMÁNTICOS/@S?


    Me resulta curioso constatar lo interiorizado que tenemos el ideal romántico en nuestra sociedad.

    En ocasiones, se tiende a pensar que sólo es explícito en las mujeres, pero lo cierto es que nos influye mucho tanto a unos como a otras. ¿Quién no ha oído, en infinidad de ocasiones, que el mejor modo de estar en la vida es “estar en pareja”?, incluso se verbaliza que el óptimo estado es “estar enamorado/a” (a pesar de que sabemos que el enamoramiento es un estado pasajero que no dura mucho tiempo y se acaba). ¿No es cierto que, pese a que conocemos multitud de rupturas de parejas y fracasos matrimoniales actualmente, cuando estamos inmersos en una relación seguimos pensando que “lo nuestro” es para siempre, o que, al menos, ése es el ideal?
     

    No podemos obviar, que procedemos de una tradición cultural en la que se
    ha dado mucho valor al amor, al romanticismo, a la “vida en pareja”, de hecho, podemos verlo reflejado en multitud de literatura, en el cine, en los cuentos infantiles, por ejemplo, de Walt Disney, (¿quién no recuerda el famoso final de “…fueron felices y comieron perdices…” que solía ocurrir después de que un hombre y una mujer, siempre pareja heterosexual, se casasen?).

     Lo cierto es que nuestros antepasados más cercanos (padres y abuelos), en su gran mayoría, se han casado y vinculado con sus parejas “para toda la vida” y eso todavía tiene mucho peso en la actualidad. No nos han preparado para las rupturas, ni para estar “solos”, no tenemos apenas modelos previos.

     

    Sin embargo, sí que se están dando en la sociedad una serie de cambios que propician que las personas nos vinculemos y nos desvinculemos varias veces en la vida, es decir, que, a lo largo de nuestra vida, tengamos diferentes parejas y que estemos solos en otros períodos de la misma.

     

    Por lo tanto, ¿tiene sentido que tengamos unos “ideales” o nos propongamos unas metas que cada vez tienen menos que ver con el modo de vida actual, con la realidad?, ¿acaso no nos generarán frustraciones si no se cumplen?, ¿podemos desprendernos tan fácilmente de algo que se nos ha inculcado durante tanto tiempo?, ¿será positivo para nuestras relaciones de pareja actuales pensar que es bastante probable que se acaben y comiencen otras?, ¿será positivo para las personas que no tienen pareja y se obsesionan en encontrarla?

     

    Lo cierto, es que no es fácil desprendernos de este ideal tan presente en nuestra sociedad, y que aunque hemos de ser conscientes de sus limitaciones y de que puede generar frustraciones y dificultades en las rupturas, también tiene algo positivo que aportarnos, pues no podemos estar inmersos en una relación de pareja pensando constantemente que se va a terminar, ya que eso significaría el fin de la misma. ¿Y qué sería de las relaciones amorosas sin ilusión?
     
     
     
     

    viernes, 25 de enero de 2013

    Os dejo un enlace... Reflexionemos sobre las presiones

    http://blogs.elpais.com/eros/2013/01/haciendo-un-tr%C3%ADo-con-la-presi%C3%B3n-masculina.html


    Os dejo un enlace sobre la presión masculina ante las relaciones sexuales que, espero, os haga reflexionar...


    ¿Acaso los falsos mitos sobre sexualidad no nos afectan tanto a hombres como a mujeres? A lo largo de la historia, sin duda, la más perjudicada por estos mitos ha sido la mujer (en cuanto al rol que tenía que desempeñar y un largo etcétera), sin embargo, actualmente, cada vez son más los hombres que demandan ayuda especializada para solucionar estos "problemas" que, a priori, no tienen una causa física...
    Por tanto, ¿quién genera la aparición de esta problemática?, ¿por qué, en ocasiones, el hecho de irse a la cama con alguien supone "pasar un examen"?, ¿existen factores que favorecen esta situación?, ¿por qué, según plantea el artículo, para las mujeres actuales ha cobrado más importancia el hecho de "sentirse satisfechas sexualmente"? ¿acaso se han cambiado los roles? ¿o, de nuevo, estamos generalizando?

    Y, por último, ¿no será que cada hombre y cada mujer es único y diferente en todas las facetas de su vida y, por tanto, también en el modo de expresar su sexualidad, y no por el hecho de ser hombres o de ser mujeres hemos de hacerlo de un modo concreto y similar a nuestros congéneres?

    miércoles, 23 de enero de 2013

    OTRA EDUCACIÓN SEXUAL ES POSIBLE.


     
    Todavía a día de hoy, debemos seguir justificando, en muchas ocasiones, la necesidad de recibir una buena educación sexual desde la infancia.

     

    Está claro que la educación sexual se da, es inevitable. Y el ámbito desde el que se transmite es, fundamentalmente, el familiar. ¿Cómo? Desde que un bebé nace, generalmente sus padres comienzan a enseñarle muchísimas cosas: cómo le tocan, cómo le acarician, cómo y cuándo le hablan, cómo ejercen sus cuidados sobre el bebé y posteriormente sobre el niño y/o la niña. En definitiva, le están transmitiendo muchísima información. Es inevitable no hacerlo, por eso, cuando los padres y madres se plantean cómo llevar a cabo una adecuada educación sexual con sus hijos (esta "preocupación" suele aparecer en torno a la pubertad de los hijos/as), en realidad, deberían saber que ya llevan mucho tiempo haciéndolo y que, seguramente, no lo han hecho mal hasta la fecha, por lo tanto, no se trata de empezar de cero, sino de continuar una tarea inacabada.

     

    ¿Por qué, sin embargo, aparecen ciertos "fantasmas" a la hora de abordar esta temática? Está claro que sigue siendo un tema cuanto menos "controvertido" y que genera miedos e inseguridades. Por un lado, porque continuamos teniendo la idea de que sexualidad es igual a relaciones sexuales y, por tanto, se puede pensar que al hablar a los niños/as de esto les estamos incitando a la práctica de las mismas, y nada más lejos de la realidad: ¿Por qué? porque sexualidad es mucho más y no sólo se han de abordar las conductas eróticas, y porque, además, existen estudios científicos que demuestran que los jóvenes que han recibido una buena educación sexual, retrasan y no adelantan sus primeras relaciones sexuales.

     


    Del mismo modo, pueden surgir dudas en cuanto a abordar la educación sexual desde la escuela: por un lado, la propia legislación educativa manifiesta la obligatoriedad de que los alumnos/as reciban educación sexual en los centros educativos, sin embargo, al no existir una asignatura propia que aborde esta temática, lo que suele ocurrir en numerosas ocasiones es que se queda "en tierra de nadie" y, por tanto, no se da. En otras ocasiones, tanto las familias como los docentes, ante esta situación, manifiestan su preocupación y garantizan que se aborde en el ámbito educativo, pero lo que, a veces, ocurre es que se hace de un modo muy puntual, por ejemplo: una charla a los alumnos/as de 4º de ESO. ¿Tiene sentido una educación sexual en la que no se cuente con las familias, el profesorado y/o el alumnado? Además hemos de transmitir a nuestros menores una educación sexual positiva y no centrada en “miserias”, por tanto, ¿hemos de esperar a que surjan “problemillas” o “momentos críticos” o es mejor adelantarnos a que esto ocurra?
     
     
     

    jueves, 10 de enero de 2013

    ¡Bienvenid@s!





    Bienvenidos a este espacio dedicado a la sexualidad. Con él pretendo invitaros a la reflexión sobre diversos temas, compartir noticias y eventos relacionados con esta temática y, en definitiva, acercaros un poquito más a mis experiencias derivadas de mi formación y práctica profesional como Psicóloga y Sexóloga.


    Para empezar... ¿cuál es la primera idea que os viene a la cabeza cuando digo que soy sexóloga y que vamos a dedicar este espacio a la sexualidad?, ¿de qué creéis que vamos a hablar?...
    Por mi experiencia personal, os diré que, generalmente, se piensa que hablar de sexualidad es hablar de relaciones eróticas: coito, masturbación, penes, vaginas... (de ahí que la primera reacción de la gente, en muchas ocasiones, sea esbozar una sonrisa); sin embargo, la sexualidad es MUCHO MÁS que eso.


    Podemos definir la sexología como el abordaje científico de todo aquello que tiene que ver con la diferencia entre ser hombre y ser mujer, entendiendo esa diferencia como valor. Todos pertenecemos a un sexo pero tenemos diferente sexualidad.


    Todas las personas somos seres sexuados desde que nacemos hasta que morimos. Por lo tanto, sería un error reducir la sexualidad a "conductas eróticas", a determinados momentos evolutivos o a determinadas personas, pues lo que vamos a abordar es mucho más amplio. Vamos a hablar de: hombres, mujeres, ancianos, niños/as, cuerpos, sentidos, demanda erótica, orientación del deseo erótico, comunicación, identidad sexual, educación sexual, pensamientos, deseo, placer, parejas, individuos, conductas eróticas y un largo etcétera.


    Así pues, si he conseguido suscitar vuestro interés y realmente estáis interesados en conocer un poquito más acerca de la sexualidad, ¡comencemos!